Nacido en Viña del Mar, pero hoy es un habitual residente en Copiapó. Freddy Munizaga Maturana vive el confinamiento en el norte para prevenir contagios del Covid-19. Sobre este punto, el capitán de Deportes Copiapó afirma que “lo que estamos viviendo los jugadores es similar a lo que ocurre con las otras personas. La ansiedad existe por el hecho de estar en la casa”. Aunque aclara que la compañía familiar, compensa la espera de volver a jugar. “En ese sentido, uno lo lleva mejor esta rutina porque comparto con ellos y tenemos cosas que hacer en el hogar”, señala el volante a ANFP.cl.
Deportes Copiapó fue uno de los últimos equipos en jugar antes de la detención. Fue el 18 de marzo, en el empate 2-2 frente a San Luis en Quillota por la cuarta fecha del Campeonato Primera B 2020. Cuarto puntos en igual número de partidos, fue el saldo del elenco copiapino, que tiene la espina clavada puesto que a principios de año estuvieron cerca de definir el ascenso frente a La Serena.
“Ha sido un año particular. Empezamos jugando la liguilla en que estuvimos cerca de llegar a la final Estuvimos mano a mano, pero nos tocó Temuco un gran rival. Y después en el actual torneo, perdimos partidos que no lo merecíamos, porque hacemos el buen juego que caracteriza al equipo. Sólo nos falta concretar. Creo que vamos por un buen camino”, es el mensaje.
Clave en la identidad de juego exhibida por los atacameños ha sido la presencia de Héctor Almandoz en el banco. “Tiene la espalda de haber sido un gran jugador de fútbol. Tiene mucha experiencia y eso se nota en el día a día. Lo que más me llama la atención es la habilidad blanda. En ese sentido es bueno con todos, no sólo con los titulares. Y cuando tiene que ser estricto, lo hace. Esa mezcla de ser cercano y exigente es un punto a favor”, describe sobre el exdefensa, campeón del mundo en Vélez Sarsfield (1994).
Asegura que el jugador es el más beneficiado. “Es un entrenador que saca rendimiento. Exprime al jugador y lo potencia tanto individual como colectivamente”, agrega.
La ligazón de Freddy Munizaga con el club copiapino es atípica para un jugador en esta era: llegó el 2013 con la idea de estar un año, pero la ligazón se fue extendiendo hasta la actualidad. “Me fui enamorado de la ciudad, de la gente y del club”, afirma el mediocampista. Reconoce que ha tenido opciones de salir, pero hay factores más fuertes para seguir en Copiapó. “A veces resulta complicado cambiarse de ciudad por el tema de la familia y lo otro es que en el club me siento un referente. Asumo esa responsabilidad y trato de rendir al máximo en cada temporada”, señala.
Ahora, enfatiza que su prioridad es mantener un buen nivel en lo físico y en lo futbolístico. “Sé que no se dará la opción de irme a un club importante en el país, ahora lo más importante es tratar de hacer carrera y mantenerme en el fútbol, que hoy en día es no es fácil, dado que ahora salen buenos jugadores y con la normativa sub 21 que les favorece”, añade.
Y una de las motivaciones es que “me encantaría coronar mi estadía en el club con un ascenso”.
Su prolongada presencia en el “León de Atacama” permite sacar una conclusión de su identidad. “Es un club aguerrido en donde nada es fácil. Partiendo es que estamos lejos de todo. Por ejemplo, el rival más cercano es Cobreloa en el que nos encontramos a ocho, nueve horas de distancia. Tenemos muchos viajes largos, pero uno se les tiene que bancar nomás. Es un club que aprendí a querer y en el que me han cumplido siempre”, concluye.
En su periodo en la ciudad nortina, Munizaga vivió uno de los momentos más impactantes de su vida: el aluvión que afectó en la ciudad en el mes de marzo del 2015. El jugador fue testigo del gigantesco flujo de agua y lodo que dejó consecuencias: una treintena de víctimas fatales y más de 16 mil damnificados fue el saldo de la tragedia.
“Fue de película. La ciudad entera estaba debajo del barro. Al otro día, era tierra dura por lo que fue complicado. Obviamente, no estábamos ajeno a eso. Y lo último que debían reparar era el estadio, porque antes había que reparar las casas y las calles”, narra.
El club también se vio afectado. El lodo no sólo dejó sin jugar en la capital regional en varias temporadas, sino que estuvieron sin vestuario en esos días. “Fuimos locales en La Pintana, Caldera, Tierra Amarilla. A veces debíamos entrenar en las canchas de futbolito porque no había alternativas”, recuerda Munizaga.
Uno de los puntos destacados en la carrera de Freddy Munizaga, fue el haber compartido varios años con su hermano gemelo, John, quien se retiró hace un par de años de la actividad. Las series inferiores de Everton, como también los planteles de Naval y Deportes Copiapó conocieron esta historia familiar, cumpliendo sus sueños desde pequeños. “Es muy difícil ser jugador profesional considerando que hay muchos niños que sueñan con serlo. Y que dos hermanos puedan jugar en el mismo equipo o en otras ocasiones en contra, son logros que uno atesora. Ahora que estamos en cuarentena he visto foto y videos cuando jugamos juntos”, revela.
- ¿Quién era el mejor de los dos?
“Siempre decía que era John y él decía que era yo, ahí nos apoyábamos los dos. Si bien jugamos en la misma posición, teníamos algunas diferencias. Mientras John era un jugador más de fricción, yo era de pedir más el balón”.
John sigue viviendo en el sur y su hermano Freddy se mantiene firme en Copiapó, como ha sido en los últimos años.
Fotografías: Camilo Inostroza/Colaborador Comunicaciones ANFP