Entrevista

Las historias de Ribamar Batista en el fútbol chileno

El brasileño, quien se quedó en el país, recordó su elogiado año goleador en Segunda División con Independiente de Cauquenes. Después tuvo un extenso paso en Audax Italiano.

Ribamar Batista tiene 65 años y lleva 42 en Chile. El delantero brasileño llegó a fines de los años setenta y brilló en Independiente de Cauquenes, Audax Italiano y Green Cross. El torneo chileno le abrió las puertas para ser profesional y el oriundo de Sao Paulo se quedó para siempre en el país. 

Independiente de Cauquenes, que jugaba en la Segunda División (actual Primera B), lo cobijó por seis meses en 1978. El nivel mostrado fue suficiente para que los dirigentes del 'Rojo' los convencieran de quedarse un año más. La campaña de 1979, con Eugenio Jara como técnico, quedó en la retina del representante de la Región del Maule, llegando a la Liguilla de Promoción jugada en Arica.


"Perfectamente pudimos haber subido, estuvimos punteros varias fechas", recuerda el propio Ribamar, quien en la actualidad vive en Las Condes, donde tiene una peluquería junto a su familia.


En esa campaña, el brasileño tuvo su registro consagratorio: gracias a los 37 goles convertidos fue el máximo anotador del ascenso. “En el Apertura había hecho 18 goles. Y en el Torneo Oficial iba palmo a palmo con Víctor ‘Pititore’ Cabrera, que jugaba en un equipazo que fue San Luis. Estuvimos unas cuatro fechas empatados en la tabla de goleadores. Casi al final, estábamos empatados a 30 goles y en los partidos finales logré sacar la ventaja llegando a los 37", recuerda Batista.


Eugenio Jara -DT que lideró el recordado equipo ‘Los Comandos de Jara’ (Magallanes, 1985), además de dirigir a La Roja vicecampeón de los Panamericanos de Indianápolis 1987- destinó su confianza goleadora en Batista, pese a que no cumplía con el perfil de centrodelantero: En Brasil jugaba de 10. Acá en Chile me pusieron de 9. Iba a buscar la pelota, me gustaba dar pases. Tenía buena visión de juego. Antes de que me llegara el balón ya sabía dónde tenía que ir el pase”, se describe el goleador, quien en esta conversación reveló algunos secretos de ese equipo.


Antiguamente algunos jugadores no se cuidaban antes de los partidos. Conversamos con el técnico Eugenio Jara, y prometimos que, si el partido era el domingo, desde el viernes nos íbamos a cuidar. El que no cumplía lo sacaban del equipo. Además, todos los martes y miércoles trotábamos 10 kilómetros hasta una virgen que había en Cauquenes. Hacíamos preparación física y volvíamos", señala.


Incluso afirma que influyó en la carrera de su compatriota Benedicto Pereira, quien lo llevó a Cauquenes. “Cuando llegó pesaba más de 100 kilos. En el primer partido lo sacaron en el primer tiempo. Pensó en volver, pero le dije: ‘vas a volver a Brasil a puro lesear. Acá te va ir bien’. En el tercer partido lo pusieron de volante y no salió más del equipo. Era un animal dentro de la cancha”, describe. Posteriormente, Pereira alcanzó su esplendor en Magallanes, dirigido por Eugenio Jara.


Ribamar Batista también confiesa que llegó lesionado a Chile, pero inexplicablemente esas molestias desaparecieron. “Un amigo me dijo que había un empresario que estaba llevando jugadores a Chile. Le respondí que ‘no estaba bien de la rodilla y que me tenía que operar’, pero me dijo: ‘con una ‘pata’ ibas a andar mejor que muchos de los que juegan acá’. Rezaba que no me pasara nada y que no le pegara al balón con la pierna izquierda, pero igual hacía goles con ese pie. Nunca me operé, creo que fue por el aire chileno (risas)”, declara.


SU PASO EN AUDAX ITALIANO



Sus 37 goles en Independiente de Cauquenes no pasaron inadvertidos para los clubes de Primera División. Audax Italiano puso sus ojos en el jugador y el brasileño estuvo en los audinos ocho temporadas. En ese periodo, el DT que más lo marcó fue Hernán Godoy: “Es un gran entrenador, pero a su vez loco. Siempre me dio la confianza y nunca me dejó en la banca”, comenta.


Recuerda que en una semifinal de Copa Chile frente a Unión Española no estaba para jugar porque me habían pegado anteriormente. Me colocó igual”, recuerda. La porfía de “Clavito” dio resultado: Ribamar anotó el gol de la victoria. En la final cayeron ante Colo Colo (5-1).


También conoció toda la furia del estratega: “En una pretemporada, estábamos en la pieza con unos compañeros sirviéndonos algo y entra el profe enojado. Nos dijo mil cosas y me propinó un combo. Nadie más supo de esa historia”, cuenta.


También jugó en Green Cross de Temuco y Deportes Valdivia. Ribamar Batista aprovechó la oportunidad en Chile (en Primera División jugó 148 partidos, 43 goles) en una época de descollantes figuras. “En los 80’ había muy buenos equipos y jugadores en el fútbol chileno. Siempre los goleadores eran Carlos Caszely y Óscar Fabianni. Yo terminaba detrás de ellos”, concluye.

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